Roberto Mancini o que un inepto dirija tu equipo
Roberto Mancini, aquel fino delantero menudo que se hartó a marcar goles con la
Sampdoria histórica que jugó la final de la Copa de Europa de 1992, o aquel enorme
Lazio que ganó la Serie A en 2000, con 541 partidos y 156 goles, llegaba a los banquillos en 2001, y todos pensamos que seria savia nueva para un liga, la italiana, a la que intuía una decadencia que está sufriendo en estos momentos.
Una Coppa con la
Fiorentina, desastrosa en liga, otra más con la Lazio, donde tampoco consiguió nada destacado, le llevaron al
Inter de Milán de mediados de la década pasada, o lo que es lo mismo, al equipo que iba a recibir el regalo más vergonzoso en muchos años. Sus cuatro años allí estuvieron marcados por los títulos regalados y los conseguidos sin rivales serios, con un juego penoso, y con estrellas que cuando salían a competir la Champions caían con estrépito.
En 2004/2005, derrota sin paliativos en cuartos frente al
Milan por un global de 5-0, en 2005/2006 de nuevo en cuartos frente al
Villarreal, dando una lamentable imagen en el partido de vuelta. En 2006/200/, otro equipo español, el Valencia, que empató a 2 en San Siro, y sólo tuvo que aguantar el 0-0 en Mestalla. Esta vez la ronda fue octavos. En la 2007/2008, en octavos de final también, el último buen
Liverpool se deshizo de ellos sin demasiados problemas, ganando los dos partidos. Conclusión: fracaso absoluto en la Copa de Europa, aunque eso si, los Scudettos que no le regalaban en Italia los ganaba con cierta comodidad.
Tras acabar aquella temporada, Mancini decide parar, y se tira más de un año sin equipo, hasta que el
Manchester City, que empieza ya a ser un nuevo rico de Europa, prescinde de
Mark Hughes, que tampoco pintaba demasiado en aquel equipo tal y como se había formado. Era diciembre de 2009. Los citizens tuvieron cerca la Champions, pero en las últimas 5 jornadas sólo ganaron un partido, y terminaron quintos. Nadie culpó a Mancini, faltaría más.
El año siguiente, con una superplantilla, sólo fue tercero, a 9 puntos del United, lejos de pelear la Premier, pero al menos había hecho Liga de Campeones. Que se convirtió en un suplicio, porque con
Bayern,
Nápoles y
Villarreal, el bautizado ese año como grupo de la muerte, quedó fuera de la fase de octavos, una ruina para un club diseñado para ganar. El año pasado se encontró, si, he dicho se encontró, un título, porque el
United se lo dejó por el camino por vaya a saber usted qué extraña razón. Los de Ferguson perdieron 2 de sus 5 partidos en las últimas 6 jornadas, uno de ellos frente al City, todo hay que decirlo, y empataron a 89 puntos. Esa victoria en casa, y el 1-6 de Old Trafford, dio la Premier a Mancini.
Más de 1000 millones lleva gastados el City en 4 años, que no está nada mal. Pero sigue Mancini de entrenador, con ese sello personal, que nadie sabe muy bien cuál es, que corta las alas a un club que quiere ser grande. Tanto talento puesto al servicio de un entrenador que no sabe ni quiere. Que no aprende, en definitiva. En el Bernabéu ha sido el último capítulo de incapacidad, con un Madrid muerto al que no supo dejar tumbado, y claro, terminó perdiendo un partido que tenía 1-2 en el minuto 84. Pero no supo verlo, una vez más.
¿Puede ganar Mancini la Copa de Europa? No, él no. Su pedazo de equipo si, porque hay pocos en el mundo que puedan quitar a
Maicon y meter a
Zabaleta, o lo que es lo mismo, tener dos laterales derechos de ese nivel. Aunque quitar a
Silva, aunque sea para meter a
Dzeko, es uno de esos sacrilegios que terminas pagando, porque el fútbol premia a los valientes, y termina castigando a aquellos que lo maltratan de forma sistemática.
Mancini pedía refuerzos a grito pelado poco antes de cerrarse el mercado. Llegaron 5 jugadores. Aunque si yo fuera el jeque, cuando me volviera a pedir fichajes, tendría clara mi respuesta: “Roberto, tienes razón, nos hacen falta cosas. Voy a empezar por contratar un entrenador”.
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